Guerra al Fake

"Nunca se mintió tanto como en nuestros días"
(Alexander Koyré)

El 60% de los españoles cree que sabe detectar una información falsa, pero la realidad es que el 86% se las cree. Ahora bien, manipular la información de una forma intencionada y para conseguir un objetivo concreto no es algo típico de la sociedad contemporánea, sino que es más viejo que Matusalén y existe desde el inicio de las civilizaciones. Es lo que se conoce como propaganda, que los poderes fácticos han utilizado a lo largo de la historia para manipular a la sociedad con la finalidad de mantener un sistema político y un statuo quo.

Actualmente, vivimos en la era de la posverdad,en la cual Internet ha revolucionado la propaganda. A través de las redes sociales, cualquier persona puede construir una información falsa, difundirla y llegar a miles de personas, que la consumen a través de sus móviles. Además, partidos políticos, gobiernos, empresas, entidades, instituciones, entre otros, utilizan los datos de los internautas para enviarles mensajes personalizados. Esta situación es tan reciente que no estamos preparados para hacer frente a esta nueva forma de propaganda que no tiene ni veinte años de vida. Facebook vio la luz en 2004; Twitter, en 2006; e Instagram, en 2010. Todo ello, ha propiciado que las personas no sepan detectar los Fake, informaciones manipuladas o falsas.

Por eso, nace este reportaje que tiene como objetivo dar el conocimiento y las herramientas para que una persona pueda detectar informaciones que podrían ser falsas y contrastarlas. Este se divide en siete capítulos: el primero relata qué son los fake, cómo se construyen y quién está detrás de ellos; el segundo refleja lo que han heredado las informaciones falsas de la teoría de la propaganda; el tercero analiza como Internet y las redes sociales han construido este modelo de propaganda nueva; el cuarto mostrará algunos ejemplos extraídos de los días posteriores de la sentencia de los políticos catalanes dictaminada el 14 de octubre del 2019 y la campaña electoral de las elecciones generales del 10 de noviembre del 2019; el quinto son ejemplos de Fakes que se dieron al inicio de la pandemia de la Covid; el sexto es un análisis sobre cuál es la función de los medios de comunicación y de la ciudadanía ante las estrategias de desinformación;  y, el último, recoge trucos y herramientas para que cada persona pueda corroborar de una manera sencilla y desde su casa si una información que recibe es falsa o no.

Uno de los principales problemas es que estas informaciones Fake las viralizamos los mismos ciudadanos. Por eso, el nombre del reportaje es Guerra al Fake, porque pretende que cualquier persona, desde su casa o en el metro, sea capaz de detectar una información falsa, contrastarla, evitar su difusión y combatir la propagación de informaciones falsas.

Por otro lado, el artículo 20.1.d de la Constitución española resalta que cualquier persona tiene el derecho de “comunicar o recibir libremente información veraz”. Sin embargo, las informaciones falsas buscan engañar al ciudadano, por lo que... Lector, van en contra de uno de tus derechos fundamentales, el de recibir una información veraz.   

Este reportaje nace como una herramienta para formar a la ciudadanía para que sea crítica con la información que circula en las redes sociales con la finalidad de detectar los Fakes. Esta es una labor que deberían de hacer los Estados a través de programas formativos. Ante la carencia de este servicio público, hemos dado vida a Guerra al Fake.

Así pues, ante esta violación de nuestros derechos fundamentales y frente una clase política que busca manipularnos a través de Fakes, te ofreceremos este reportaje para que te empoderes y busques la verdad. Recuerda: ¡La verdad te hará libre!

El formato:

Se trata de un reportaje transmedia, es decir, que engloba diferentes formatos periodísticos e interactivos. En este caso, se utiliza texto, vídeo, fotografía, audio, gráficos interactivos, imágenes interactivas y presentaciones interactivas. Con este formato, se busca que el espectador interactúe con la información, juegue con ella y la consulte a su ritmo. La finalidad es que el espectador se haga los contenidos como propios y, de este modo, facilitar su comprensión.

Además, pese a que hay esta distribución en siete capítulos, es el espectador el que decide el modo y orden como que quiere consultarlos. Así pues, no es necesario empezar por el inicio y terminar por el final, sino que es el mismo lector el que puede escoger el orden en el cual consulta los capítulos del reportaje y las piezas informativas que lo constituyen.

Terminología

Como se verá en este reportaje, no se utiliza el término Fake News (noticias falsas). La esencia de las noticias es transmitir una información verídica, por lo que nunca pueden ser falsas.

Además, el concepto de Fake News lo popularizó el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, para atacar aquellos medios de comunicación que le eran críticos como el New York Times o la CNN.

Por otro lado, los especialistas en la materia están sugiriendo que el término correcto es desinformación, que es una estrategia orquestada y pensada para transmitir informaciones falsas a la población. Esta se puede basar en diferentes herramientas como fotografías manipuladas, datos sacados de contexto, vídeos retocados o informaciones falsas. Así pues, los Fake serían una de las herramientas que estarían dentro de una estrategia de desinformación, mientras que se está usando como su sinónimo.   

La realidad, por eso, es que la población normal, de pie, corriente, no entiende lo que quiere decir el concepto desinformación, pese a que sea el correcto, ya que se ha popularizado el concepto de Fake News.

Por eso, tras analizar las diferentes opciones y escenarios, se ha considerado que el concepto principal que se empleará en este reportaje es Fake (falso en inglés) porque es el que conoce y entiende la sociedad; pero evitando usar Fake News (noticia falsa), ya que en el momento que una información es falsa, deja de ser noticia. También se utilizarán otros términos como información falsa, información Fake o desinformación, este último, por eso, cuando se hable de una estrategia global.

Agradecimientos

Para poder realizar este reportaje, se ha entrevistado al periodista y escritor, Marc Amorós, la periodista y profesora de Teorías de la Comunicación, Mónica Terribas, la periodista e investigadora del Cidob, Carme Colomina, la periodista y creadora del Verificat, Carola Solé, la periodista y coordinadora de AFP Factual, Elodie Martínez, el director de contenidos de Newtral, Joaquin Ortega, y la periodista, formadora y educadora especialista en TICs, Esther Subias, de la cooperativa Colectic. A todos ellos, les quiero agradecer la atención que he recibido por su parte y el tiempo que han dedicado a responder mis preguntas. Este reportaje es mi trabajo final de máster, por lo que también quiero agradecer la atención recibida por mi tutor Patrick Urbano.

Finalmente, cabe destacar que, para efectuar este reportaje, también se contactó con la activista de Xnet Simona Levy, coordinadora del libro #FakeYou (Rayo Verde, Barcelona, octubre del 2019), pero desestimó responder a esta periodista por falta de tiempo. Ahora bien, su visión se ve reflejada en el reportaje a través del libro que coordina, #FakeYou, Fake News y desinformación y de una entrevista que le realizó la autora de este reportaje para la revista del Col·legi de Periodistes de Catalunya Report.cat. También se contactó con el portal de Fact Checking Maldita, quien no contestó a los emails.    

Si quieres contactar con la autora para cualquier duda, aportación, buscar formas de colaboración o de sinergia, puedes hacerlo a: nuriasegura@gmail.com.

¿Qué son las informaciones Fake?

"Hay dos formas de dejarse engañar. Una es creer lo que no es cierto; la otra es negarse a creer lo que es verdad" (Soren Kierkergard)

En este vídeo el actor Jordan Peel emula ser el expresidente de Estados Unidos Barack Obama, en un claro ejemplo de Deep Fake (profundamente falso). Este no es la única cara conocida que ha sido víctima o protagonista de desinformaciones. El futbolista Cristiano Ronaldo, la difunta cantante Amy Winehouse, el escritor Philip Roth o Hillary Clinton son, también, algunas de las figuras que han servido como fuente de inspiración para los creadores de informaciones falsas. Con ello, han logrado ganar dinero, prestigio o poder.  

Un ejemplo de ello, es esta imagen que circuló en Twitter en enero del 2017 en la cual se ve el supuesto Lamborghini Aventador del exfutbolista del Real Madrid, en la estación de esquí de Navacerrada. Según difundió una tutiera en su perfil, el astro del balón lo abandonó tras lesionarse la muñeca, por lo que tuvo que irse en ambulancia. Esta información era totalmente falsa, no solo circuló en redes sociales, sino también lo llegaron a publicar en su web medios de comunicación de la talla de como Antena 3, que citó como fuente a la revista digital Informalia. Esta última publicación se vio obligada a desmentir la información. ¿Pero qué finalidad tienen estos Fakes?

El periodista y escritor Marc Amorós explica que estas desinformaciones, normalmente, se suelen hacer por dos motivos: económico o político. En el primer caso, se busca que la información falsa se viralice para conseguir más dinero por publicidad en el portal donde se publica; en el segundo, un partido político quiere alcanzar el poder o bien mantenerlo, relata Amorós escritor del libro Fake News: la verdad de las noticias falsas (Plataforma Editorial). Pese a que estos son las razones principales, destaca el periodista, también hay una tercera: personas que buscan notoriedad y fama fabricando Fakes. Este es el caso de la actriz catalana, Ana Allen, quien fingió haber asistido a la gala de los Óscar o participar en la serie Big Bang Theory a través de manipular imágenes.  

Joaquin Ortega, director de Contenidos de Newtral, una agencia que se dedica a la verificación de informaciones, recuerda que generar informaciones falsas con fines económicos o políticos no es nada nuevo. “La conocida como prensa amarilla, cuyo origen se dibuja a finales del siglo XIX, tenía un fin eminentemente comercial. Buscaba vender más ejemplares de periódicos con artículos llamativos, manipulados, o exagerados, que en muchos casos tenían una base muy poco sólida con la que sostenerse o, directamente, se fabricaban al efecto”, relata Ortega. Además, remarca que los partidos políticos también han intentado siempre transmitir mensajes, sin importar si son ciertos o no, para captar la agenda política.

Por su parte, Carme Colomina, periodista e investigadora del Cidob, añade que existe también un motivo criminal. En este sentido, recuerda el caso de un grupo de hackers que intervinieron el Twitter de la agencia de noticias estadounidense Associated Press (AP), donde colgaron un tweet falso en el cual se aseguraba que la Casa Blanca había sido atacada y, consecuentemente, el entonces presidente, Barack Obama, estaba herido.

A raíz de este Fake, la bolsa estadounidense perdió, aproximadamente, un 1% de su valor. Una hora después, AP recuperó la web, desmintió la información y la bolsa volvió a subir. Los autores del hackeo, cuenta Colomina, buscaban enriquecerse, ya que aprovecharon este período de sesenta minutos para comprar acciones y especular.

Hay casos, por eso, que las desinformaciones tiene dos cometidos a la misma vez: unos buscan enriquecerse y otros conseguir el poder. Esther Subias, periodista, formadora, educadora y responsable de comunicación de la cooperativa especializada en tecnología Colectic, alega que, normalmente, es difícil desvincular las desinformaciones que se mueven en el terreno político y económico, ya que detrás de ellas se encuentran las élites, es decir, “los grandes intereses económicos y poderes mundiales”.

Un ejemplo que refleja esta tendencia, son las elecciones presidenciales de los Estados Unidos del 2016, cuando en Macedonia nacieron webs que fabricaron informaciones falsas contra la candidata demócrata Hillary Clinton. Las encuestas pronosticaban su victoria, pero los Fakes decantaron la balanza a favor del candidato republicano, el multimillonario, Donald Trump.

Imagen extraída de la Wikipedia

Imagen extraída de la Wikipedia

Un periodista de la BBC viajó a Skopje (capital del país), donde habló con una joven que reconoció que había redactado estas informaciones falsas para ganar dinero. Tamara, nombre ficticio, confesó al periodista Simon Oxenham que escribiendo este tipo de contenidos ganaba alrededor de 24 euros al día, el triple que en cualquier otro trabajo del país. Los textos, detalla, se basaban en una o dos frases reales y el resto era inventado.  

“Sabía que estaba escribiendo muchas historias sobre musulmanes, y cómo quieren difundir su propia propaganda y que todos viven de acuerdo con sus reglas y cosas como éstas (...) Inconscientemente me influyó de alguna manera, esta propaganda, porque nadie es inmune a estas cosas si estás constantemente expuesto a ellas. Fue bueno que lo viera porque no es mi opinión”, resalta Tamara, quien dejó este trabajo, según recoge el artículo de la BBC

Más allá de la capacidad de convencer que tienen los Fake, las personas también muestran dificultades para detectarlos. En este sentido, un estudio realizado por Simple Lógica y el Grupo de Investigación en Psicología del Testimonio de la Universidad Complutense de Madrid y patrocinado por Pescanova, pone de relieve que el 60% de los españoles cree que sabe detectarlos, pero el 80% se los cree. El 78% de los jóvenes entre 16 y 24 años no sabe distinguir una información falsa de una verdadera, una cifra que se incrementa al 92% entre los mayores de 55 años.

Según este informe, los principales motivos por los cuales nos creemos este tipo de conteidos son tres: cuando no tenemos antecedentes de esa información; es congruente con nuestras expectativas o creencias y si consideramos que la fuente es fiable.

¿Qué ingredientes tienen los Fakes para que nos los creamos?

Según los diferentes especialistas que hemos entrevistado, de este modo se cocinan las informaciones falsas.

¿Qué tipo de desinformaciones existen?

La directora de First Draft News, Claire Wardle, especifica que existen seis tipos de informaciones falsas, según relata Amorós en el libro Fake News: la verdad de las noticias falsas (Plataforma Actual, Barcelona, febrero del 2018):

  • Parodia: son sarcásticas y con tono de humor.
  • Engañosas: relatan algo que no es real, pero no tienen ninguna finalidad de perjudicar a nadie.
  • Fabricadas: se inventan falacias puras y duras que tienen la finalidad de engañar y/o perjudicar a alguien.
  • Impostoras: donde se asegura que alguien ha dicho algo.
  • Falsamente conectadas: se establecen relaciones falsas con distintos hechos.
  • Contextos falsos: muestran informaciones sacadas de su contexto.
  • Manipuladas: tergiversan la información y retocan fotografías.

A juicio de Subias, las desinformaciones han encontrado “en las redes sociales un altavoz para ser difundidas”. Además, están pensadas y diseñadas para expandirse de manera muy rápida. Por ello, apelan a las emociones, pero también a la buena intención de las personas, que las comparten porque creen que la información es real. Por eso, consideran que, difundiendo estos contenidos, están haciendo el bien y ayudando al resto de la población.

Para propiciar su expansión, los creadores de Fakes utilizan diferentes trucos para diseñar informaciones engañosas que se pueden clasificar en diez tipos diferentes, tal como se muestra en esta infografía, elaborada por Colectic y que ha cedido para este reportaje.

Pero ¿por qué nos creemos los Fake? Amorós relata en su libro que existen diferentes motivos, pero estos serían los principales:

- Tenemos fe y necesitamos creer que son verdaderos.

- Nos dan la razón.

- Nos suben la autoestima.

- Nos gustan las mentiras: nos hemos criado a través de ellas desde pequeños con cuentos como el del ratoncito Pérez o el de los Reyes Magos. Además, las informaciones falsas adoptan la técnica del storytelling, que se basa en contar una historia humana y revestirla con un sentido emocional. Eso hace que nos lleguen al corazón y nos las creamos.

- Nos gustan las informaciones Fake y queremos que sean verdad.

- Son tramposas, engañosas y emocionantes.

- Vienen a buscarnos, ya que llegan a nosotros a través de las redes sociales y sin que salgamos a su caza.

- No nos importa de dónde salen, si nos encajan con nuestra visión de ver el mundo, nos las creemos.

- El cerebro hace trampas para que nos las creamos: este, ante una nueva información, filtra aquella que nos da la razón y se acuerda de las más virales; además busca aliados, por lo que recoge mejor los datos de personas que piensan como uno.


En busca de la fama periodística

Inventar reportajes o entrevistas completas. Esto es lo que han hecho periodistas como Jayson Blair, que trabajó en el New York Times, Claas Relotius, experiodista del alemán Der Spiegel o Tommasso Debenedetti. En el caso de Blair llegó a publicar más de una treinta noticias con informaciones plagiadas y falsas en el prestigioso medio estadounidense, donde trabajó de 1998 al 2003, cuando le obligaron a dimitir.  Debenedetti, por su parte, era un prestigioso periodista que publicó en medios locales entrevistas falsas con personalidades como el Dalai Lama, el Papa o José Saramago. El  engaño se destapó cuando la periodista italiana Paula Zanuttini del periódico La Reppublica preguntó al Philip Roth porque había dejado de creer en Barack Obama y este respondió que nunca había hecho esta afirmación ni concedido una entrevista a Debenedetti.

Sin embargo, sin duda, el caso más llamativo, es el de Relotius, quien el 2014 fue reconocido por la CNN como el mejor periodista de lengua alemana; el 2017 ganó el Premio Europeo de la Prensa; y el 2018 recibió por cuarta vez el Deutscher Reporterpreis, el galardón más prestigioso del periodismo alemán. En noviembre del 2018, Relotius, en ese entonces reportero de Der Spiegel, redactó codo con codo con Javier Moreno el reportaje La frontera de Jaeger, sobre el camino que hacen los migrantes para cruzar la línea divisoria entre México y Estados Unidos. Moreno se dio cuenta de que la parte que redactó Relotius mostraba inconsistencias, por lo que inició una investigación sobre lo que había escrito y las fuentes que había utilizado. En diciembre, se demostró que el periodista había inventado su parte de la historia y dimitió de su cargo. Actualmente, todas las informaciones de Relotius en Der Spiegel salen con una marca para recordar que su veracidad no está confirmada. 

Más viejas que el tebeo

"La verdad solo se acepta cuando no interfiere en los asuntos de poder" (Thomas Hobbes)

Las informaciones Fake se engloban dentro de la historia de la propaganda y la manipulación política

La periodista y profesora de Teorías de la Comunicación, Mónica Terribas, especifica que la propaganda es un mensaje interesado que un emisor hace llegar al mayor número de receptores posibles. Por eso, en un sistema de propaganda debe haber siempre una fuente, el emisor interesado. Además, tienen que existir unos canales por donde se difunda el discurso propagandístico. Tal como relata Adrián Huici en el libro Teoría e historia de la propaganda (Editorial Síntesis, Madrid, 2017) los canales en los cuales se han transmitido los discursos propagandísticos se han ido transformando a lo largo del tiempo acorde a las innovaciones tecnológicas. Primero fue el arte; después, la fotografía; a continuación, los medios de comunicación; y, actualmente, son las redes sociales.

Por su parte, Amorós indica que las informaciones Fake son “sistemas de propaganda que hemos cambiado, modernizado y adaptado al ecosistema donde estamos”, es decir, al de la era digital.  

¿Pero cuáles son estos sistemas que se han desarrollado a lo largo de la historia? Esta cronología recoge los aspectos más relevantes de la propaganda que, a juicio de la autora, se pueden encontrar actualmente en las informaciones Fake. Para elaborarla, se ha extraído información de los siguientes libros: Teoría e historia de la propaganda (Editorial Síntesis, Madrid, 2017) de Adrián Huici;  Propaganda fotográfica (Advook, Sevilla, 2017) de Ana I. Barregán Romero; #FakeYou, Fake News y desinformación (Rayo Verde, Barcelona, octubre 2019) de Simona Levi; Arte y propaganda en el siglo XX (Akal, Arte en contexto, Madrid, 2000) de Toby Clark, Fake News de la Antigua Roma, engaños, propaganda y mentiras de hace 2.000 años (Editorial Espasa, Barcelona, 2019) de Néstor F.Marqués, y #Desinformación. Poder y manipulación en la era digital (Editorial Comaras, Granada 2019) coordinado por Manuel R.Torres.

Principios de la propaganda

Joseph Goebbels, quien fue ministro de la Información y Propaganda del régimen nazi, basó los discursos en once principios que se consideran las bases de la propaganda moderna. Estos, actualmente, se pueden ver en los mensajes difundidos en las informaciones falsas.

Algunos de ellos, se recogen en las conclusiones de Huici, quien manifiesta en su libro que los discursos propagandísticos tienden a utilizar estos principios:

  • Enemigo único: culpabilizar a un colectivo o sector de la poblacional de los males de la sociedad.
  • Exageración o desfiguración: potenciar o amplificar una anécdota como si fuera el conjunto de una cosa. Un claro ejemplo son los discursos que relacionan los migrantes con el incremento de la violencia. Se recogen casos aislados de migrantes que delinquen, pero se muestran como si fueran la tónica general y común del colectivo.
  • Orquestación: se refiera a la utilización de estudios pseudocientíficos o falsos documentales o documentos para defender una idea hasta la saciedad, aunque esta sea una mentira. 
  • Transfusión: iniciar una argumentación desde cero es muy difícil de que cuaje entre la población, por lo que se refuerza un discurso con ideas preconcebidas entre algunos sectores de la sociedad. Un claro ejemplo, es la defensa de los supuestos valores europeos fundamentados en la religión cristiana.
  • Unanimidad: resaltar que se forma parte de un grupo, un elemento muy común entre los nacionalismos.
  • Maniqueísmo: dividir la sociedad entre buenos y malos, por lo que se muestra a un grupo como los buenos, puros y virtuosos frente a los contrarios que son malos, no siguen la norma y/o son impuros.

El poeta Virgilio (70 a.C. - 19 a.C) y escritor de la Eneida, el libro mitológico sobre la fundación de Roma, también ha sido víctima de los Fakes y, algunos de ellos, no son tan lejanos. ¿Quieres conocerlos?

La era digital: el baby boom de los Fakes

"Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante" (Ryszard Kapuscinski)

Utilizan las redes sociales y el rastro de datos que dejamos en ellas para llegar de una manera más directa y personalizada

La especialista de Colectic, Subias, alerta que uno de los problemas principales de las desinformaciones es que buscan manipular a las personas para que hagan una acción u otra. Sin mencionar nombres de partidos políticos ni de las banda terroristas, recuerda un caso que sigue vivo en la mente de los ciudadanos que habitan en España y que, seguramente, fue la última gran información falsa de la era analógica.

Nos remontamos al 11 de marzo de 2004, tres días antes de las elecciones generales. Esa jornada Madrid vivió su mayor ataque terrorista de la historia y, el entonces Gobierno en funciones, acusó a una banda nacionalista de estar detrás de ese atentado. Eso, le daba una mayor ventaja en las encuestas respecto a sus rivales. Sin embargo, todo cambió unas 24 horas antes de los comicios, cuando salió a la luz que el ataque lo había cometido un grupo yihadista, lo que le llevó a perder las votaciones y el Gobierno. “Cambiaron los resultados hacia la verdad, pero ¿qué hubiera pasado si no se hubiera sabido? Era una manipulación”, argumenta.

Es en esta línea, los expertos coinciden que siempre han existido informaciones falsas con la finalidad de conseguir unos objetivos políticos, pero que la gran novedad son las herramientas por las que se expanden, difunden y consumen hoy en día. “La generalización del uso de un terminal móvil, junto a la popularización en masa de las redes sociales, ha tenido como resultado una sociedad hiperconectada que antes no existía”, precisa Ortega.  

En esta misma línea, Colomina remarca que, si bien estas informaciones “son herederas de la propaganda, lo que ha cambiado en la era de la desinformación es el abasto y la capacidad de disrupción de la desinformación que se ve exponencialmente amplificada por las redes sociales”.

Para la responsable de AFP Factual, Elodie Martínez, las redes sociales han cosechado un papel “importante para contribuir en la proliferación de la desinformación” por diferentes motivos: los contenidos circulan de manera rápida en estas plataformas; cada vez hay un mayor número de ciudadanos que tienen acceso a ellas; para muchos usuarios se han convertido en el único espacio por donde se informan; y porque los receptores confían con las personas que les ha enviado esa información.

Ahora bien, las redes sociales también se han convertido en el campo de batalla donde combatir las desinformaciones.

Según la activista de Xnet, Simona Levi, entrevistada en la revista Report.cat,  el principal problema de las redes sociales es la creación de perfiles falsos que se gestionan a través de bots que actúan con criterios de la inteligencia artificial. Estos reproducen masivamente un mismo mensaje para que este parezca que tiene más relevancia de la que posee, ya que, aparentemente, hay muchos individuos comentando eso. Ahora bien, los usuarios reales, las personas, no se dan cuenta y no saben detectar que están en frente de una máquina, por lo que se piensan que hablan con otro humano. “Debería de estar prohibida la simulación de una identidad”, alega.

De hecho, esta cuestión también la aborda el politólogo Manuel R.Torres en el libro #Desinformación. Poder y manipulación en la era digital (Editorial Comares, Sevilla, 2019) donde realza que, más allá de las redes sociales, Internet ha comportado cambios sustanciales para crear nuevas formas de propaganda, tal como se recoge en el siguiente infográfico.

El uso de nuestros datos

Tal como dijo el periodista Ryszard Kapuściński, la información es rentable, algo que se ha acentuado en la era digital. “El negocio no es la audiencia, sino la información que aporta cada vez que interactúa”, argumenta el periodista Joan Julibert en su libro El poder de la mentira: manipular la veritat per construir relats (Saldonar, Barcelona, 2018). En un  debate que organizó Telefónica el 30 de mayo de 2019 sobre Fakes, Carla Jiménez, cofundadora del portal de Fact Checking Maldita.es, razonó que uno de los problemas es que Internet ha democratizado la información y la desinformación porque gracias a los algoritmos de Google, las informaciones verdaderas y falsas se mezclan en un mismo lugar.

Uno de los grandes inconvenientes de estos algoritmos es que, además, “no son neutros” porque a las máquinas se les debe de introducir previamente una información para que funcionen, argumenta Colomina. Añade que tampoco son transparentes, ya que los crean las propias empresas, pero no publican por qué priorizan una información u otra. 

Las redes sociales, principalmente, fundamentan “sus algoritmos en el número de veces que se comparte una información y no en su calidad”, relata Colomina. Ello propicia que las informaciones falsas tengan más presencia que las verídicas o que su desmentido. De hecho, un estudio del Instituto Tecnológico de Masachussets y Twitter refleja que la gente tiende a retuitear un 70% más los Fake que no los mensajes verídicos.

“El sistema actual se basa en las réplicas y cuantas más réplicas más dinero. Lo único que hace es promover la simplificación total de los contenidos y de los titulares”, lamenta la periodista. En este sentido, cree que una forma de potenciar las informaciones verídicas frente a las falsas es que las redes sociales tuvieran en cuenta la calidad de la noticia, que se podría medir con el tiempo de lectura que le dedica una persona.  

Además, matiza que la actual situación está creando una asimetría entre la información que tienen las redes sociales de sus usuarios frente a la que tienen estos de ellas. “Nosotros cada vez tenemos menos información sobre cómo trabajan estas redes y cuáles son sus algoritmos, mientras que ellas tienen datos sobre nuestras costumbres o modo de vida”, afirma Colomina. De hecho, según la investigadora del CIDOB, la asimetría es de tal envergadura que las redes sociales tienen más datos de los ciudadanos que sus propios gobiernos.

Julio Lleonart, experto en Comunicación y Márketing, explicó en el debate organizado por Telefónica que, en el caso de Gran Bretaña, estos datos se utilizaron para crear perfiles políticos de los usuarios de redes sociales y hacerles llegar una información o publicidad concreta.

En esta misma línea, el ensayista Jordi García remarca en el artículo La posverdad no es mentira publicado en el libro La Era de la posverdad, que los fabricantes de desinformaciones están utilizando las técnicas de la publicidad y el márketing para llegar a la población.

La posverdad y la búsqueda del placer informativo

La situación descrita hasta ahora, ha llevado a Joan Julibert a defender en su libro que las redes sociales han potenciado el negocio de la mentira. Además, en el contexto actual, assegura, todo se vale con tal de viralizar una información en Internet o tener más “me gusta” en una publicación. Por ello, se utilizan mensajes que apelan a las emociones y no la razón, ya que buscan la satisfacción de los usuarios.

Esta forma de actuar, argumenta, también ha llegado a la industria periodística, en la cual los medios de comunicación buscan personas afines a su línea editorial en lugar de que posean un pensamiento crítico.

A este fenómeno, el profesor de filosofía Jordi Ibáñez lo califica de hedonismo cognitivo, ya que las personas no buscan una información contrastada y sólida, sino aquella con la que comulgan. “Solo desea escuchar y leer lo que le da gusto”, especifica Ibáñez en el libro En la era de la posverdad (Editorial Calambur). Por contra, destaca que, además, les “divierte y espanta” escuchar o leer opiniones e informaciones contrarias. “Les resultan placenteras: goza indigándose, o escandalizándose, o simplemente viendo corroborar en todo momento sus convicciones y creencias, sus sospechas y sus temores”, asegura en el libro.  

Asimismo, recalca el pensador, que en la era de la posverdad, marcada por las informaciones falsas, se invoca a “los hechos alternativos cuando los objetivos no son de nuestro agrado”, en una clara referencia al gobierno del expresidente Donald Trump. El 23 de enero de 2017, en una entrevista en la NBC, el periodista Chuck Todd preguntó a la consejera de Donald Trump, Kellyanne Conway, por las falsedades que se habían detectado en un discurso del secretario de Prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer. Conway contestó que frente a los hechos, había otros “hechos alternativos”.

De una forma similar lo percibe Amorós que apunta que vivimos una personalización de la información, ya que la gente consume aquello que es acorde a sus ideales o creencias sin importar la fuente que emite ese contenido. “La personalización de la información convierten la verdad en personal y no en universal”, destaca y añade: “Las noticias falsas alimentan estas creencias personales y te hacen creer que estás informado”.

Y, precisamente, esto es lo que se conoce como posverdad, donde la veracidad ha sido superada por otras construcciones de la realidad que apelan a las emociones y van acorde a las opiniones o deseos de sus consumidores, pero no de los hechos objetivos ni racionales. Esas otras realidades son las que Conway llama hechos alternativos, que son los que queremos oír porque nos gustan más, son acorde a nuestra forma de pensar, pero no a la realidad objetiva.

En otro contexto, Julibert cuenta que los medios de comunicación tienen unas restricciones muy estrictas, por lo que ofrecen informaciones y hechos verídicos a sus lectores. Además diferencian entre aquellas informaciones que son noticias u opiniones.

Ahora bien, las redes sociales no están sujetas a estas regulaciones, por lo que sus usuarios vierten contenidos informativos que se mezclan con opiniones o reflexiones personales, que no están obligados a ser verídicos. Además, estas plataformas permiten que cada ciudadano se convierta en un medio de comunicación en potencia y pueda compartir información, pero también desinformación.

Según Amorós es pernicioso que cualquiera se pueda convertir en una fuente de información. El problema radica en que se han roto las barreras entre los medios de comunicación y los usuarios que comentan en las redes sociales. Ello, apunta, ha propiciado que, a menudo, los internautas le den el mismo nivel de credibilidad a las informaciones contrastadas de un medio de comunicación o un especialista en una materia que a alguien que sin ser un experto habla en un canal de Internet.  

Todo ello, a juicio de Julibert, ha conllevado que, con tal de ganar adeptos y seguidores en las redes sociales, cualquier persona pueda transmitir un contenido que apele a las emociones y al entretenimiento sin importarle si es verídico o no. Dicho de otro modo, todo el mundo es un potencial creador y difusor de Fakes.

“Cualquiera puede montar una web en 15 minutos, con un diseño que parezca un medio serio, publicar noticias falsas emulando el estilo periodístico del New York Times y conseguir que se viralicen muy rápidamente”, narra Ortega.

De hecho, una buena muestra de ellos es que en Youtube podemos encontrar vídeo manuales para crear Fakes de manera rápida y sencilla.

Por otro lado, Carme Colomina también alerta que la sofisticación de la inteligencia artificial ha comportado la aparición de Deep Fakes (profundamente falso), que se basan en la manipulación de vídeos y audios para que parezca que una persona dice o hace una cosa que, realmente, está realizando o expresando otra. En este caso, es una desinformación que también se puede construir de manera sencilla, según alerta el diario Huffingtonpost en este vídeo de Youtube.

El campo de batalla

Como en la propaganda clásica, estos Fakes se engloban dentro de una estrategia para desinformar a la ciudadanía con la finalidad de imponer un modelo político y social, relata Amorós. En este sentido, indica que, actualmente, hay alrededor de unos setenta gobiernos realizando campañas de desinformación. La mayoría de éstas, puntualiza, son internas, por lo que se utilizan como un arma electoral o ideológica para llegar al poder o perpetuarse en él. Ahora bien, también matiza que existen unos seis o siete países que utilizan estas campañas contra otros Estados para buscar desestabilizarlos.

Este es el caso de Rusia que, asegura Amorós, ha intervenido tanto en el Brexit, las movilizaciones de los chalecos amarillos en Francia o en el conflicto catalán. De hecho, actualmente, la Audiencia Nacional está investigando una posible trama de espionaje ruso en Cataluña, así como si los servicios de inteligencia de ese país crearon y difundieron informaciones falsas durante el referéndum que se llevó a cabo el 1 de octubre del 2017 en esa comunidad autónoma. Asimismo, añade que el gobierno ruso posee canales como Russia Today o Sputnik con el objetivo de “desinformar abiertamente” sobre cualquier conflicto que se dé en la UE para deslegitimar sus instituciones y modelo democrático. “(Rusia) Utiliza (estos conflictos) porque está en una campaña mundial en la cual dice que la democracia liberal ha caído o está en crisis, por lo que no tiene futuro y se deben buscar nuevas maneras de gobernar”, remarca Amorós.

Pero más allá de eso, el periodista considera que estamos en una guerra digital donde se tendrá que establecer cuál es el sistema político, social, cultural y religiosos que se imponen en los próximos años. El arma principal en esta batalla son las informaciones falsas, que muestran una imagen apocalíptica de la situación actual y abogan por un cambio de régimen. En el otro lado del campo de combate se encuentran “el periodismo y las instituciones democráticas que están intentando luchar contra estas desinformaciones”, resalta el periodista. En concreto, Amorós menciona que hay cinco frentes de batalla que deben definir la ideología que se va a imponer.

El problema principal de estas informaciones falsas, argumenta Amorós, es que son binarias, por lo que parten a la sociedad entre buenos y malos, los que están conmigo o contra de mi. Con ello, buscan deshumanizar el adversario. “Nos encontramos en situaciones donde llegamos a desear el mal hacia el otro por el simple hecho que es feminista, homosexual, marroquí, policía o independentista”, lamenta el periodista.

Esta forma de actuar, precisa, es la estrategia propagandística que están utilizando los diferentes partidos o movimientos de extremaderecha de alrededor del mundo como Donald Trump en Estados Unidos, Marine Le Pen en Francia; Matteo Salvini en Italia, Viktor Orban en Hungría, Jair Bolsonaro en Brasil o Vox en España. “Estamos en el despertar de un populismo que creíamos superado”, matiza Amorós.

Estos partidos o movimientos políticos, agrega, utilizan una visión binaria de la sociedad, ya que manifiestan que los que están en contra de ellos son los enemigos de la nación o del pueblo. Esta estrategia es la que utilizó Trump en las elecciones presidenciales de noviembre del 2016 con el lema “America First” (America primero) o Vox en la campaña electoral del noviembre del 2019 en España. Sus discursos también coinciden en que apelan a las emociones o que ofrecen fórmulas mágicas, es decir, soluciones sencillas e irrealizables a problemas muy complejos. “Todo ello se nutre con desinformación y noticias falsas”, subraya Amorós.      

Por su parte, Colomina aporta que el problema de las informaciones falsas no es solo que radicalizan las posiciones que se dan en los extremos y que ya existen, sino que generan una desconfianza generalizada entre las personas que no están en ninguno de los dos bandos. “No te crees algunas cosas porque ya ves que son mentira, pero aquellas que no lo son tampoco sabes si creerlas”, defiende.

Fakes personalizados

La película Bréxit, dirigida por Toby Haynes, narra que los asesores de la campaña Vote Leave (vota marchar) en el referéndum de salida de la Unión Europea (UE) utilizaron los datos de los usuarios de redes sociales para hacerles llegar informaciones falsas personalizadas. La campaña, dirigida por el asesor político Dominic Cummings, pivotó alrededor de dos Fakes: que Turquía iba a entrar a la UE y que el Reino Unido entregaba semanalmente 350 millones de libras a Bruselas. Se dieron cuenta de que, por norma general, había tres millones de personas que no votaban porque estaban descontentas con el sistema. Los organizadores de la campaña contrataron a las empresas especializadas en datos Cambridge Analytical y AggregateIQ para crear perfiles de esos votantes a los que hicieron llegar los fakes en forma de anuncio personalizado acorde al rastro de datos que habían dejado en las redes sociales y que, entre otras cosas, reflejaban sus gustos, ideales o formas de ver la vida. La campaña del Leave fue multada a pagar 120.000 euros por marketing ilegal.  

 Por otro lado, el documental The Great Hacker, dirigido por Karim Amer y Jehane Noujaim, relata la incidencia que tuvo Cambridge Analytical en las elecciones estadounidenses del 2016, que llevaron a Donald Trump a la presidencia. Pese a que la empresa era británica, poseía alrededor de unos 5.000 datos de cada uno de los votantes de los Estados Unidos. Britanny Kaiser, exdirectora de negocios de la compañía, contó que se localizó a los indecisos a través de sus datos y se les ofreció información específica para ellos. “Los bombardeamos en redes, blogs o webs”, explica Kaiser en el documental, donde agrega: “Preguntas a los datos, los analizas y vuelven a ti como un target al que le haces llegar un mensaje para cambiar su comportamiento”. 

El otoño más Fake

"Nunca intentes ganar por la fuerza lo que puede ser ganado por la mentira" (Nicolás Maquievelo)

El 14 de octubre del 2019 salió a la luz la sentencia que condenaba a nueve líderes independentistas a penas de entre 13 y 9 años de cárcel por, entre otras cosas, organizar el referéndum independentista del 1 de octubre del 2017, considerado ilegal por el Estado español. La resolución judicial desencadenó con más de una semana de protestas en la calle, algunas de las cuales terminaron con episodios de violencia.

Marc Amorós defiende en el artículo La semana más Fake y más real de Cataluña (publicado en Collateralbits el 27 de octubre del 2019), que en la semana posterior a la sentencia circularon informaciones falsas que tenían como objetivo poner a la “sociedad de todo el país en pie de guerra a través de un lenguaje bélico que persigue alimentar dos versiones alternativas y confrontadas adaptadas a la ideología de cada uno de los bandos”. Estos Fakes dividían la sociedad en dos (independentista y no independentista), por lo que, a la misma vez, eran excluyentes y polarizados (estás conmigo o contra de mí).

Un relato que también alcanzó a los medios de comunicación que, a través de informaciones verídicas e imágenes debidamente seleccionadas, contribuyeron a profundizar esta división. “Lo sucedido nos muestra crudamente como en sociedades y ante sucesos tan polarizados, las noticias, tanto las reales como las falsas, buscan crear relatos que se amolden a opiniones ya fijadas con anterioridad”, señala Amorós en el artículo.  

Quince días después de la sentencia y aún con manifestaciones en la calle, se dio el pistolazo de salida de la carrera hacia las elecciones generales. El conflicto en Cataluña fue el tema principal que marcó la campaña electoral. Este escenario propició que los partidos políticos orquestaran campañas de desinformación para deslegitimar la postura contraria e incrementar esta polarización. Una vez más, las redes sociales fueron el canal clave para esta campaña de propaganda basada en la desinformación, que perseguía dividir a la sociedad e imponer un relato por encima del otro. Así pues, los Fakes fueron el pan de cada día como se muestra en el diario True News.

La pandemia más Fake

"Vivimos en un mundo donde la verdad es opaca por una realidad que no existe" (Albert Einstein)

La pandemia, caldo de cultivo de las desinformaciones

En marzo del 2020, cuando se inició la pandemia de Coronavirus, en las redes sociales se vivió un auténtico bombardeo de informaciones Fakes que, mayoritariamente, nos llegaron por WhatsApp. Un tipo de mensajes que también corrieron durante los atentados de Barcelona del 17 de agosto del 2017, que buscaban incrementar el pánico entre la población. En este sentido, Amorós relata en su libro que los protagonistas en esa ocasión eran fuentes anónimas, que aseguraban ser familiares o tener amigos dentro del cuerpo policial o la administración pública, que les habían dicho que podía haber más atentados.

Siguiendo este mismo modus operandi, el WhatsApp se llenó en marzo del 2020 de contenidos falsos como un mensaje que recomendaba dejar los zapatos fuera de casa, porque el Covid-19 pervive en el asfalto durante nueve horas. Una información que fue desmentida por el mismo presidente dell’Istituto Superiore di Sanità italiano, Silvio Brusaferro, según recoge Maldito bulo.

También era falso, el supuesto audio de una profesional sanitaria del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid donde, advertía, entre otras cosas, que dos jóvenes, un chico 29 años y una chica 36, iban a morir del Covid-19 sin tener ninguna patología de esta enfermedad. En el audio, también se aseguraba que el servicio de la UCI estaba “llena de Coronaviurs y no hay respiradores”. Ambas afirmaciones fueron negadas por el mismo centro médico. Según explica Maldito bulo, los pacientes mencionados entraron en el centro por otros motivos que no tienen nada que ver con el Covid-19; mientras que, en ese entonces, solo tenían diez casos de infectados por este virus.

Tampoco era verdad que los virus y los anticuerpos tengan nacionalidad, por lo que, además de un presunto delito de odio, también es totalmente falso el tweet del diputado de Vox, Javier Ortega Smith donde aseguraba que sus “'anticuerpos españoles’ luchan contra los malditos virus chinos”. Un mensaje que recibió las críticas de la Emabajada china en España, que lo tachó de racista y que, finalmente, Ortega Smith borró de su cuenta.

Enric Caubet, el cirujano de la Vall d’Hebrón, negó que fuera el autor de un largo mensaje que se ha viralizado por WhatsApp con el nombre de Quique Caubet y atribuido a un médico de este hospital barcelonés. Ahora bien, reconoce en el periódico catalán El Món que podría tratarse de un error porque lo reenvió a unos conocidos.  

Aunque a muchos les gustaría que Nostradamus hubiera predicho el coronavirus y la posterior crisis económica, la realidad es que no se esconden entre ninguna de las profecías del médico y adivino francés, como ha podido contrastar la autora de este reportaje consultando sus profecías o también destacan periódicos de alrededor del mundo como el diario argentino El Clarín.

¿Está en nuestras manos frenar las desinformaciones?

"Una mentira puede dar la vuelta al mundo, mientras la verdad se calza los zapatos" (Mark Twain)

La crisis de confianza con los medios de comunicación tradicionales han abierto la puerta a que les personas se crean los Fakes

Los entrevistados aconsejan que, si una persona está delante de una información de la cual tienen dudas sobre su veracidad, no la comparta. Precisamente, según revela el estudio Influencia de las noticias falsas en la opinión pública, elaborado conjuntamente por Estudio de Comunicación y Servimedia en junio del 2018, el 98% de los usuarios de Internet o las redes sociales difunden una información falsa sin ser conscientes.

El mismo informe, que se basa en una muestra de 478 entrevistas, revela que cuando las personas detectan que han compartido una información Fake tiene un sentimiento de frustración (56,5%), de desconfianza sobre si es verdad o no (56,5%) y de culpa porque engañó a otras personas (39,3%). Pero ¿de dónde creen los usuarios que vienen estas desinformaciones? Pues muchos de ellos, de los medios de comunicación y, especialmente, de la prensa online.

El problema principal, subraya Terribas, es que la ciudadanía está dejando de confiar con los medios de comunicación tradicionales. Por ello, se debe trabajar para recuperar esta confianza de los espectadores. De hecho, esta misma idea es la que se puede apreciar en el informe de Estudio de Comunicación y Servimedia.   

Servicios de Fact checking
Para intentar recuperar la confianza con los espectadores, pero también contrarrestar los Fakes que circulan por las redes sociales o webs, ha nacido un nuevo servicio: el  Fact checking que son departamentos especializados en verificar datos o informaciones dudosas.

Uno de los medios que ha implementado un servicio de estas características es la prestigiosa agencia de noticias francesa AFP, un departamento que, en su versión española, coordina Elodie Martínez desde Uruguay. “(AFP) se dio cuenta de que era tan necesario verificar algo que había pasado e informar sobre ello (lo que lleva haciendo desde hace más de un siglo), como informar sobre lo que no sucedió o no existe, pero por las repercusiones que puede tener y el daño que puede provocar”, especificó Martínez, que asegura que la Agencia es totalmente independiente a la hora de elegir los contenidos que verifica.


La situación actual, por eso, no solo ha llevado que medios como AFP abran este tipo de departamentos, sino también que se creen agencias especializadas en contrastar informaciones falsas como Newtral  o portales webs que también tienen esta finalidad como Maldita.es a nivel del territorio español o Verificat.cat en Cataluña. 

Ortega, de Newtral, expone que vivimos en una sociedad hiperconectada que ha conllevado que los medios periodísticos pierdan “el monopolio de difusión de la información”; así como “la irrupción de una industria fácil basada en el click rápido para conseguir una viralización”. En esta tesitura, se crea Newtral que, según Ortega, trata de fomentar el espíritu crítico de los ciudadanos para que reconozcan cuando una información es fiable o no, pero también para que conozcan los riesgos que tiene compartir un “contenido tóxico”. Además, Newtral, también responde a demanda las peticiones de ciudadanos que les consultan por WhatsApp si una información es falsa o no.

Por su parte, Solé narra que, aunque a nivel estatal ya existían plataformas como Maldita o Newtral, decidieron abrir Verificat.cat con la finalidad de  hacer un seguimiento más exhaustivo del conflicto catalán, ya que las de ámbito nacional solo hacen este tipo de cobertura cuando hay picos informativos. Una de las ventajas de las plataformas de Fact Checking, según Solé, es que no tienen una línea editorial prefijada, por lo que su trabajo es más independiente.

Tanto Terribas, Solé, Colomina y Amorós coinciden que la función de los periodistas es publicar informaciones veraces y contrastadas, por lo que creen que la verificación de datos es algo intrínseco de la profesión. Es por eso que Terribas y Amorós se oponen rotundamente a que los medios de comunicación tengan sus propios departamentos de Fact checking

Pero más allá de la labor de los departamentos de Fact checking, el problema es que sus desmentidos no alcanzan a tener la misma trascendencia y difusión que los Fakes, coinciden los entrevistados. ¿Entonces cuál es la solución?

Para Colomina los servicios de verificación son la respuesta inmediata a las desinformaciones, pero también hacen falta otras herramientas a largo plazo como formar a la sociedad para que se responsabilice del uso y consumo que hacen de estas desinformaciones.

De una forma similar también piensa Amorós, quien opina que la educación debe contribuir a despertar una conciencia crítica de la sociedad para poder hacer frente a los Fakes. Antes, por eso, cree que los ciudadanos deben de comprender dos realidades de la era actual.


La primera es que el fenómeno de las informaciones falsas afecta a todas las personas por igual y nadie es inhume a ellas, por lo que hemos de aprender a vivir con ellas. “Hemos de aceptar que no toda la información que consumimos es fiable”, resalta Amorós.

La segunda cuestión, dice el periodista, es que la gente debe de comprender que informarse no es algo que se pueda hacer con un timeline de Twitter o ver un informativo por la noche, sino que se necesita de tiempo y dedicación plena. “Estamos decidiendo si clicamos o no a una noticia y si la leemos o no en menos de ocho segundos. Eso no es informarse, es entretenimiento”, advierte.

Una de las controversias, explica Colomina, es quién debe de censurar los contenidos falsos que recorren las redes sociales. El problema actual radica que desde la UE se ha presionado a plataformas como Twitter o Facebook para que actúen ante  las posibles informaciones falsas que circulan por sus páginas. En este contexto, por ejemplo, ambas redes sociales clausuraron en septiembre del 2019 un total de 359 cuentas falsas vinculadas al PP que se crearon en febrero de ese año para difundir desinformaciones de cara a las elecciones generales de abril. Ahora bien, Colomina enfatiza que este es un problema que “no está bien resuelto”, ya que es “como privatizar la censura porque se le da a las empresas privadas el poder de decidir sobre el contenido que se publica o de cerrar cuentas”.

Follow the money (sigue el dinero)

Una opción más radical es la que se plantea en el libro #FakeYou: Fake news y desinformación (Edicions Rayo Verde, octubre de 2019), coordinado por la activista Simona Levi, donde se argumenta que los Gobiernos quieren combatir los Fakes con el discurso de la  “tecnofobia”, lo que les ha llevado a aplicar normativas que implican el recorte y la vulneración de derechos básicos como el de la libertad de expresión en la esfera digital.  

Sin embargo, para Levi, esta no es la solución, sino que apuesta por seguir el rastro económico que dejan las informaciones falsas para poder localizar y responsabilizar penalmente con multas o retirando la licencia para operar tanto a las empresas que las crean y las difunden como a las personas, partidos, organizaciones o empresas que pagan para que se elaboren.

Además, tal como explicó en una entrevista publicada en la revista digital Report.cat, del Col·legi de Periodistes, todas las informaciones deberían ir acompañadas de un sello de credibilidad que se basaría en el número de fuentes consultadas. "Si no hay ninguna fuente, seguramente, es falsa y si hay solo una, es un publireportaje”, recalcó la activista.

Este sello, matiza, no solo se tiene que aplicar a los medios de comunicación, que su labor ya implica que contrasten las fuentes, sino a todas aquellas personas que hagan negocio con la información. “Se tiene que ampliar al sujeto al cual se hace la verificación de datos”, puntualizó Levi, quien añadió que esta corroboración de la información siempre tiene que ser a priori y nunca a posteriori, como sucede en los departamentos de Fact checking

Otra de las soluciones que aportó en esta entrevista, es que exista una mayor transparencia de las cuentas de los partidos políticos y, en concreto, de las partidas que se gastan en publicidad y en empresas especializadas en fabricar Fakes.

Proyecto europeo para combatir las desinformaciones

La cooperativa Colectic forma parte del programa europeo Get Your Facts Straight, que trabaja para la alfabatización mediática de jóvenes y adultos, especialmente, aquellos que están en riesgo de exclusión social. En el marco del programa, Esther Subias, responsable de Comunicación de Colectic, relata que la iniciativa consiste en realizar talleres formativos sobre desinformaciones para jóvenes entre 14 y 16 años, así como sus familias. En estos cursos, de una duración de diez horas, los adolescentes están cinco horas con los formadores y las otras con sus padres o abuelos. “Frente a las desinformaciones abundantes, las familias necesitan entender lo que está pasando y acompañar a sus hijos”, destaca. Más allá de la educación, Subias considera que también es importante que las personas públicas como los políticos se conviertan en referentes para los jóvenes. “No solo es educar, es el modelo que se muestra, que tiene que ayudar a desarrollar un pensamiento crítico”, defiende. 

¡Stop Fake!

"La mentira gana bazas, pero la verdad gana el juego" (Sócrates)

Nos encontramos desinformaciones hasta en la sopa. Conoce herramientas y consejos para contrastar contenidos dudosos

¿Te encuentras Fakes hasta en la sopa? ¿Quieres acabar con ellos y no sabes cómo? Tú eres una parte importantísima del engranaje, ya que los creadores de desinformaciones requieren de personas como tú para difundirlas y amplificarlas en las redes sociales. Si quieres evitarlo, no dejes que te engañen y conviértete en un superhéroe de la verdad. ¿Cómo? En este apartado te lo enseñamos.

Para empezar, en este vídeo podrás encontrar sencillos trucos para saber si una información es un Fake o no.

¿Qué recomiendan los especialistas que hemos entrevistado a lo largo del reportaje? Estos son los consejos que te dan a ti, lector. ¡Descúbrelos!

Pero si lo tuyo es ser un auténtico cazador de Fakes, aquí encontrarás herramientas fáciles de emplear y que te pueden servir para contrastar informaciones, imágenes o vídeos. El primer gran secreto: utiliza los instrumentos que Google habilita.  

  • Buscador de Google: pon el titular en Google y si no aparece en ningún otro medio de comunicación y, por lo menos, alguno de ellos de referencia, seguramente se trata de información falsa.
  • Google Images: en el motor de búsqueda de Google Images aparece el icono de una cámara de vídeo. Si clicas aquí, te permitirá subir una fotografía que te hayas guardado en el ordenadir o bien incluir el URL de una imagen. En este caso, te dirá cuándo se publicó por primera vez, en qué medio o red social y de qué país. Esta es una herramienta muy útil para contrastar fotografías descontextualizadas, pero también vídeos. ¿Cómo? Pues sí, haz una captura con la primera imagen del vídeo y súbela en Google Images y entonces … Te aparecerá la información relacionada con la filmación. 
  • Google Academics: en algunas informaciones falsas nos aparecen supuestos expertos en algún  ámbito. ¿Realmente lo son? Esto nos lo permite descubrir Google Academics, que engloba una amplia base de especialistas de todo el mundo. Esta se consigue cruzando todos los datos introducidos en Google.  Al detalle, se nos abren artículos, libros o menciones que se han realizado de un académico concreto, por lo que si no hay información sobre esa persona o es que no existe o es que no es un experto. 

Pero más allá de Google también existen otras herramientas que son muy útiles, como las que te presentamos a continuación:  

  • TineEye: sirve para contrastar fotografías y funciona de una manera muy parecida a Google Image. En este espacio, hay un buscador donde se pueden subir las imágenes o localizar una fotografía a través de un URL. Una vez detectada, la plataforma te indicará su procedencia y origen.
  • Invid: tiene como finalidad contrastar los vídeos y fotografías de las redes sociales. Este, a través de un pluggin instalado en la extensión del buscador, permite saber de dónde provienen vídeos publicados en Youtube, Facebook o Twitter.
  • Buscador de Twitter: la red social del pajarito permite localizar cuando se  publicó por primera vez y en qué cuenta un tweet.  

Por otro lado, también puedes consultar las webs que se dedican a contrastar informaciones falsas o bulos que recorren las redes sociales, Internet o que verbalizan políticos como Maldita.es en España o Verificat.cat en Cataluña. Puedes mirar si la información que te genera dudas ha sido contrastada por esta plataforma y, si no, se la puedes hacer llegar a través de sus redes sociales o por WhatsApp. 

Estas, por eso, no son las únicas plataformas que existen alrededor del planeta. En el mapa interactivo de  Duke Reporter’s Lab puedes conocer los servicios de Fact checking que existen en cada uno de los países y regiones del mundo.  

Por otro lado, NewsGuard del diario The Guardian; Decodex de Le Monde y Maldita permiten instalar un pluggin en el buscador que especifica cuán fiable es una web que visitamos, ya que nos indica el número de informaciones falsas que han localizado en ese portal.  

Hemos llegado al final del reportaje y te retamos a que pongas a prueba en este videojuego todo lo que has aprendido en él. ¡Descubre si eres un cazador de fakes!

Las informaciones Fake buscan la división y el enfrentamiento; las true news persiguen el conocimiento de la verdad para crear una sociedad informada y dónde se respete la diversidad. Con este reportaje has podido conocer cómo se cocinan las informaciones falsas; qué elementos de la propaganda utilizan para dividir e influenciar a la sociedad; cómo los autores de estas desinformaciones utilizan las redes sociales y los datos que circulan de ti en Internet para llegar hasta tu pantalla de móvil u ordenador; pero también has conocido herramientas y trucos para detectarlas con la finalidad que no las difundas. Ahora que tú también has adquirido este conocimiento, está en tus manos evitar la propagación y difusión de desinformaciones. ¿Nos ayudas a construir un mundo más verídico, real y seguro? Dale, guerra al Fake.

Mis fuentes

"Quien quiera enseñarnos la verdad, que no nos la diga: que nos sitúe de tal modo que la podamos descubrir nosotros mismos"

(José Ortega y Gasset)